EL SILBO DE LA LLAGA PERFECTA
Ábreme, amor, la puerta
de la llaga perfecta.
Abre, Amor mío, abre
la puerta de mi sangre.
Abre, para que salgan
todas las malas ansias.
Abre, para que huyan
las intenciones turbias.
Abre, para que sean
fuentes para mis venas,
mis manos cardos mondos,
pozos quietos mis ojos.
Abre, que viene el aire
de tu palabra... ¡abre!
Abre, Amor, que ya entra...
¡Ay!
Que no salga... ¡Cierra!
Ábreme, amor, la puerta
de la llaga perfecta.
Abre, Amor mío, abre
la puerta de mi sangre.
Abre, para que salgan
todas las malas ansias.
Abre, para que huyan
las intenciones turbias.
Abre, para que sean
fuentes para mis venas,
mis manos cardos mondos,
pozos quietos mis ojos.
Abre, que viene el aire
de tu palabra... ¡abre!
Abre, Amor, que ya entra...
¡Ay!
Que no salga... ¡Cierra!
Extraído de "El rayo que no cesa" de Miguel Hernández. Publicado en 1935.
1 comentario:
Gracias por este poema del enorme oriolense.
Saludos...
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